sábado, 19 de julio de 2003

La derrota de Mauricio

De todas las explicaciones mencionadas en la derrota del PAN del 6 de julio, la que más retiene la atención de los panistas es el método de elección de candidato puesto en marcha en el 2002. Haber optado por una elección cerrada, que se desarrolló entre 8 mil militantes, frente a la elección abierta del PRI, que convocó a 350 mil electores, parece ser un argumento suficiente para explicar su derrota.

Sin embargo, a pesar de lo atractivo del argumento, hay que tomar en cuenta que si el factor "elecciones primarias" fuese determinante en el resultado de la elección, Labastida (elección abierta) no hubiese perdido frente a Fox (elección cerrada) en las elecciones del 2000.

Propongo ampliar la perspectiva y ubicar el análisis de la elección del 2003 dentro de las secuelas de la crisis económica de 1995, determinante también en el resultado de las elecciones de 1997 y del 2000.


¡Sigue siendo la economía!


En las elecciones intermedias de 1997, el gobierno de Zedillo y el PRI fueron duramente castigados a causa de los estragos de la crisis económica. En tres años de gobierno de Zedillo, el PRI perdió cinco y medio millones de electores, su peor debacle electoral y antesala de la derrota presidencial del 2000.

Ese mismo año, Canales llegó a la Gubernatura de Nuevo León con 655 mil votos y la promesa de generar un "cambio". El mensaje de Canales fue "crear más y mejores empleos". Su perfil empresarial motivó a los electores a considerar que "si creó empleos como empresario, los crearía también como gobernador".

Los mexicanos que votaron por el "cambio" en el 2000 lo hicieron bajo los efectos de la crisis en sus economías familiares y con la expectativa de que "sacar al PRI de Los Pinos" era una condición para que el País ingresara de lleno al Siglo 21 y creciera al 7 por ciento anual, como lo prometió Fox.

Tres años después, la caída de Fox en las elecciones intermedias es más estrepitosa que la de Zedillo en el 97, ya que con 7 millones 800 mil votos, el PAN perdió a la mitad de sus electores.
Una encuesta de Mitofsky levantada en Nuevo León en septiembre del 2002 ponía de manifiesto que el 60.8 por ciento de los habitantes de la zona metropolitana de Monterrey estaba en desacuerdo con la forma de gobernar de Fox. El 58.9 por ciento consideró que su situación económica estaba "peor o igual" que un año atrás, frente al 38.8 por ciento que afirmó que su situación era "mejor o igual de bien".

La encuesta reveló que, a diferencia del 97, cuando funcionó el "efecto Canales", los electores ya no consideran el origen empresarial de los candidatos como sinónimo de buen desempeño gubernamental. Al preguntárseles sobre los atributos que debería tener el próximo gobernador, el 85.8 por ciento respondió: "Alguien con experiencia para gobernar". Tan sólo 10.2 por ciento se inclinó por "alguien con experiencia como empresario".


El efecto Mauricio


La elección interna del PAN no fracasó por el hecho de ser cerrada. Fracasó al postular a un candidato con un liderazgo y un perfil empresariales similares a los de Canales. La imagen que proyectó la precampaña de Mauricio con su lema "reservado para Mauricio", su mensaje de "cien años de panismo me respaldan" y su estilo "excéntrico" -en palabras de los electores- fueron razones para que los votantes juzgaran que la alternativa que les ofrecía el PAN para los próximos seis años era "más de lo mismo".

En la campaña constitucional, Mauricio quiso desmarcarse del "estilo Canales" con el lema "Mauricio está con la gente". Sin embargo, la ausencia de un verdadero contenido social en su propuesta evitó que su mensaje de cercanía rompiese con el estereotipo de la insensibilidad social.

Mauricio fue incapaz de restablecer la conexión emocional que el gobierno del PAN perdió con los electores. No tuvo una propuesta económica coherente; no supo deslindarse de los "agravios económicos" del gobierno en turno, como los sobrecobros en Agua y Drenaje, las obras faraónicas sin contenido social (el Puente Atirantado), o la intolerancia frente a los comerciantes ambulantes; no marcó una distancia -salvo al final en un spot de mea culpa- frente al alza de las tarifas eléctricas, tampoco dijo nada acerca del intento foxista de gravar con el 15 por ciento de IVA a los alimentos y medicinas.


El efecto Nati


Hay otros factores políticos que explican la debacle de Mauricio, como la ausencia de candidatos de peso en los municipios de la zona metropolitana de Monterrey; una estrategia de campaña zigzagueante que arrancó con un tema (la cercanía con la gente) y terminó con otro (la "dureza" de su carácter); sus declaraciones en torno a la legalización de la droga y al aumento de las cuotas en la UANL; la "guerra sucia"; y el colapso de su estructura de movilización electoral.

Pero todos estos factores no hicieron sino magnificar el factor decisivo: el fracaso de los gobiernos panistas para cumplir con las expectativas de cambio económico que en el 97 y en el 2000 los llevaron al poder.

La victoria de Nati tiene también un factor decisivo: el mensaje a favor de la recuperación de la economía familiar y un estilo de liderazgo opuesto al de Canales (el factor "Nati", o el "anti-Canales").

La lección que nos queda es que si los gobiernos y los candidatos quieren restablecer la conexión emocional con los ciudadanos, deben construir una alternativa de gobierno que atienda el deterioro de la economía doméstica.

(Este artículo se publicó en el periódico El Norte el 19-07-03)