domingo, 12 de noviembre de 2006

Primero la experiencia

Para Winston Churchill "la democracia es el gobierno de los expertos dirigidos por un amateur". Churchill trazó el ideal de todo sistema de gobierno democrático: contar con un equipo de servidores públicos expertos, dirigidos por un político elegido en un sistema de competencia electoral.

En una democracia avanzada difícilmente se puede dar la práctica de integrar servidores improvisados en puestos clave de la administración. Que un Alcalde de una gran capital nombre a su chofer como secretario de administración es difícil de imaginar en los países europeos.

En México, este tipo de nombramientos es posible gracias a los rasgos patrimoniales y discrecionales de nuestro sistema, que permite al político manejar a la administración como si fuese de su propiedad.

Lo ideal para México es poder combinar en un mismo sistema la expertise que asegura un servicio civil de carrera y, al mismo tiempo, garantizar la apertura del sistema a todos los niveles sociales.

El sistema de reclutamiento de los servidores públicos en México se formó paralelamente a la consolidación del régimen político priista en los años 30 y 40 del siglo pasado. Es un sistema híbrido y único en el mundo. Divide a los servidores en dos categorías: "trabajadores de confianza" y "trabajadores de base".

La categoría de "trabajadores de confianza" asegura el reclutamiento de la élite gobernante mientras le da al sistema una extraordinaria rotación del personal de alto nivel. Los estudios señalan que cada sexenio cambia por lo menos el 30 por ciento de los altos funcionarios, mismos que son sustituidos por el equipo del nuevo gobernante.

El lado positivo de este sistema es su enorme movilidad, ya que en 18 años se asegura la renovación de la casi totalidad de la élite en el poder. A diferencia de las violentas purgas estalinianas en la antigua URSS, el sistema ideado por el PRI "sacude el árbol" y permite la renovación de la clase política de manera pacífica. El lado negativo es que mantiene el sistema patrimonial y discrecional que hace posible que el gobernante en turno lleve a sus compadres y choferes en los altos mandos de la administración. La categoría de los "trabajadores de base", a su vez, mantiene la supeditación corporativa de los burócratas al partido en el poder.

El sistema ha funcionado porque "democratiza la corrupción", como escribió Gabriel Zaid, pues con la extraordinaria movilización y rotación del personal se institucionaliza una larga "cola" de aquellos que pacientemente esperan "que la Revolución les haga justicia" cada tres o seis años.

En el 2000, Vicente Fox puso en práctica un sistema de reclutamiento al estilo empresarial a través de "headhunters" pero, en los hechos, salvo muy contadas excepciones, terminó incorporando a su gabinete, como en el viejo régimen, a sus principales colaboradores de campaña.

A niveles estatales y municipales, la alternancia en el poder tampoco ha derivado en transformación del servicio civil. PRI, PAN y PRD participan de la corrupción del sistema. El sistema del viejo régimen se mantiene intacto.

La idea de un servicio civil de carrera como en los países europeos parece un sueño difícil de alcanzar en México por dos razones: primero, porque es sumamente caro y quebraría al Gobierno al querer financiar los sistemas de retiro de toda la burocracia; y, segundo, porque en un país con una estructura poblacional joven como la nuestra, un sistema de carrera crearía una burocracia rígida con poca permeabilidad social.

El efecto de la movilización y de la rotación del personal de alto nivel que mantiene el actual sistema es bueno para inyectar sangre fresca cada tres o seis años al servicio público, siempre y cuando se elimine el efecto perverso de la corrupción. Sin corrupción ya no habría incentivos para los servidores improvisados como los compadres, choferes, amigos del gobernante en turno y viejos políticos que esperan en la "cola" beneficiarse de la corrupción.

Lo anterior se puede lograr estableciendo una comisión anticorrupción autónoma, que ha operado con éxito en Honk Kong, y que permite transparentar el manejo de recursos y una más estrecha supervisión ciudadana del desempeño de los servidores públicos.

En el otro extremo, se tiene que eliminar el arcaísmo en el que se encuentran los llamados "trabajadores de base". El nuevo sistema tiene que erradicar el corporativismo sindical que aún existe en sectores como el educativo y garantizar el reclutamiento de cuadros profesionales en sectores como el policiaco.

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